Bibi. Sin noticias. Un día, de repente, es como si perdieras la fe. No lo sientes de la misma forma. No sé por qué, pero no está, se ha ido. O me he ido yo: es como si viviera en otro sitio, una sensación absolutamente nueva. Me siento extraña. Yo no digo que no me vaya a pasar otra vez, porque si algo no pierde nunca una es la esperanza. Pero antes, estar entre un amor y otro era como un viaje cuyo destino era un nuevo amor. Ya no. Antes era una mujer asomada a una ventana esperando el amor. Ahora miro los escaparates y no a los hombres. A veces los tengo delante y ni los veo.
Loles. Yo no me asomo a la ventana, tengo vértigo. No espero nada, nena. Vivo la vida, y si me sorprende y un día me enamoro, qué bien, es el azar. Puede que me quede atrapada por una mirada en una cola, eso me ha pasado, porque yo me enamoro cada poquito.
Bibi. Yo sí noto el deseo, lo que pasa es que no practico, y no sé medirlo, ni medirme. Porque eso solo se mide en el campo de batalla. Y yo ya no peleo. Digamos que he renunciado al amor. Aunque renunciar no es la palabra, porque si mañana me cayera, y me cayera desde donde yo lo vivía, volvería a vivirlo un millón de veces igual pese a los errores. Pero ya no lo vivo así.
Tienen fama de apasionadas. ¿Este periodo es una novedad en su vida?
Loles. Absolutamente.
Bibi. Sí, pero te digo una cosa. El sexo es la hostia, pero está muy sobrevalorado. Yo he follado mucho con mucho plasta y me lo podía haber ahorrado. Lo hice pensando que iba a lograr no sé qué gloria, y aquella gloria no llegó. Ahora, cuando llegó, llegó. Gloria a Dios en las alturas y en la tierra a los hombres de buena voluntad.
Loles. La libido no te da guerra si no la estimulas. La mujer se queda tranquilita y ya. Pero yo no me resigno. Yo le hago caso a Palacios [Santiago Palacios, prestigioso ginecólogo], que me fichó como imagen de la menopausia. Yo no me callo. Lo reivindico, lo pregono y hago de docente. Primero me recetó las bolas chinas y ahora el consolador, aquí me tienes, abriendo camino.
Bibi. Nunca mejor dicho, niña. A mí todo eso se me ha ido yendo. Y te lo digo yo, que milité en la idea de la cacería. El placer de cazar la presa era más importante que comérmela. Pero de repente ya no lo echas en falta. Hay cosas más importantes que el sexo. Echo más en falta los besos. Y eso que yo siempre dije que no había tenido relaciones con mujeres porque me gusta la penetración. La frase no es mía, se la leí a Maruja Torres. Los besos, el que te toquen una mano y tú sepas adónde perteneces, eso sí lo extraño. Pero lo que es puramente sexo es como las dietas: te olvidas. La libido se duerme, aunque luego despierte hecha una fiera.
Loles. Pues entonces usas el consolador que te ha recetado Palacios.
Extracto de la entrevista publicada en El Pais Semanal del 15 de Mayo del 2011 a Bibiana Fernandez y Loles Leon a propósito del estreno de su obra teatral. No sé si yo lo hubiera expresado mejor.
2 comentarios:
yo tampoco lo hubiera expresado mejor, además llevas años prometiéndome un aparatito que no sólo me produzca placer sino también Paz.
El aparatito tienes que elegirlo tu (tamaño, forma, color, velocidades.....) Yo tengo qyue renovar el mio, ¿Quedamos y vamos de compras?
Placer provoca, seguro. Lo de paz habrá que hablarlo y verlo
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