viernes, 27 de mayo de 2011

Indefensión aprendida

No me ha gustado nada el resultado electoral. No entiendo casi nada de política, ni de economía pero entiendo bastante del genero humano, que no es lo mismo pero es igual. Aceptar y respetar las contradicciones humanas.
Me lo he tomado como una oportunidad para pensar (espero que en el sentido correcto), para intentar comprender, para escuchar, para rectificar si hiciera falta.
El espasmo convulso de movimiento 15-M; recibido con ilusión, con esperanza pero también con calma, con paciencia, dejando paso e intentando no dar por supuesto ni lo obvio. A ver... a ver...
Desde esta postura que pensaba yo era conciliadora en su forma y revolucionaria en su fondo, ya digo, de esperanza contenida, he tratado de dialogar ( bueno; mucho más de andar por casa, de mantener una conversación mínimamente coherente y respetuosa) con algunos compañeros “del otro bando”, los del PP. Claramente. Compañeros de trabajo a los que aprecio y creo me aprecian, con los que comparto buenos momentos, risas y mucho sexo oral. Ha sido imposible. Muy triste.
He sentido un golpe en el estómago, como cuando  se te corta la digestión y empiezas a sentirte mal. No he visto aprecio, ni respeto por el otro. No quiero ni pensar cómo habla esta gente “en general”, refiriéndose “en general” a todos aquellos a los que no conocen. No hay interés por acercar posturas, por aceptar, por intentar entender. No hay ningún intento de nada, todo se da por supuesto, sin opción, sin salida. Te acorralan. Ladran, hablan deprisa, muy deprisa. Se miran entre ellos, ríen. Se ríen de todo lo que es diferente, no digamos opuesto. Vocean, refuerzan entre ellos sus argumentos. Insultan, descalifican, no escuchan porque de nuevo vocean y ladran. Siguen usando el término “rojo”, “rojos”, “rojos de mierda”....Triste.
Nunca dudo de mi orientación que no es sólo política o económica, sino vital.  Siempre he sabido en qué lado estaba y dónde quería posicionarme. Y cuando me encuentro con gente así, gente que me duele de verdad y a pesar de la experiencia y la calma que creo me caracteriza, siento con mucha más claridad y lucidez que he elegido la posición correcta.

jueves, 26 de mayo de 2011

¿Que tal el amor?

Bibi. Sin noticias. Un día, de repente, es como si perdieras la fe. No lo sientes de la misma forma. No sé por qué, pero no está, se ha ido. O me he ido yo: es como si viviera en otro sitio, una sensación absolutamente nueva. Me siento extraña. Yo no digo que no me vaya a pasar otra vez, porque si algo no pierde nunca una es la esperanza. Pero antes, estar entre un amor y otro era como un viaje cuyo destino era un nuevo amor. Ya no. Antes era una mujer asomada a una ventana esperando el amor. Ahora miro los escaparates y no a los hombres. A veces los tengo delante y ni los veo.
Loles. Yo no me asomo a la ventana, tengo vértigo. No espero nada, nena. Vivo la vida, y si me sorprende y un día me enamoro, qué bien, es el azar. Puede que me quede atrapada por una mirada en una cola, eso me ha pasado, porque yo me enamoro cada poquito.
Bibi. Yo sí noto el deseo, lo que pasa es que no practico, y no sé medirlo, ni medirme. Porque eso solo se mide en el campo de batalla. Y yo ya no peleo. Digamos que he renunciado al amor. Aunque renunciar no es la palabra, porque si mañana me cayera, y me cayera desde donde yo lo vivía, volvería a vivirlo un millón de veces igual pese a los errores. Pero ya no lo vivo así.
Tienen fama de apasionadas. ¿Este periodo es una novedad en su vida?
Loles. Absolutamente.
Bibi. Sí, pero te digo una cosa. El sexo es la hostia, pero está muy sobrevalorado. Yo he follado mucho con mucho plasta y me lo podía haber ahorrado. Lo hice pensando que iba a lograr no sé qué gloria, y aquella gloria no llegó. Ahora, cuando llegó, llegó. Gloria a Dios en las alturas y en la tierra a los hombres de buena voluntad.
Loles. La libido no te da guerra si no la estimulas. La mujer se queda tranquilita y ya. Pero yo no me resigno. Yo le hago caso a Palacios [Santiago Palacios, prestigioso ginecólogo], que me fichó como imagen de la menopausia. Yo no me callo. Lo reivindico, lo pregono y hago de docente. Primero me recetó las bolas chinas y ahora el consolador, aquí me tienes, abriendo camino.
Bibi. Nunca mejor dicho, niña. A mí todo eso se me ha ido yendo. Y te lo digo yo, que milité en la idea de la cacería. El placer de cazar la presa era más importante que comérmela. Pero de repente ya no lo echas en falta. Hay cosas más importantes que el sexo. Echo más en falta los besos. Y eso que yo siempre dije que no había tenido relaciones con mujeres porque me gusta la penetración. La frase no es mía, se la leí a Maruja Torres. Los besos, el que te toquen una mano y tú sepas adónde perteneces, eso sí lo extraño. Pero lo que es puramente sexo es como las dietas: te olvidas. La libido se duerme, aunque luego despierte hecha una fiera.
Loles. Pues entonces usas el consolador que te ha recetado Palacios.
Extracto de la entrevista publicada en El Pais Semanal del 15 de Mayo del 2011 a Bibiana Fernandez y Loles Leon a propósito del estreno de su obra teatral. No sé si yo lo hubiera expresado mejor.

domingo, 1 de mayo de 2011

La buena gente

Los grillos no tenemos idea de las crisis económicas, ni de política, finanzas, empresas, ni de nada  que suene tan importante cuando se habla o se escribe. Esas palabras grandes, muy grandes.
Algunos grillos nos alojamos en las conciencias sin preguntarnos por qué estamos ahí, pero sabiendo que es imposible resolver los grandes problemas de la humanidad si no se es capaz de entender primero y resolver después las contradicciones humanas, la psicopatología de andar por casa.
Nos reuníamos unos grillos de los que viven en estas conciencias, alarmados por la forma en la que los cerebros humanos desvían la atención hacia esas grandes palabras y descuidan el significado y su correspondiente correlato comportamental de palabras pequeñas, poco importantes, palabras que casi siempre se dicen sin pensar demasiado en ellas, de esas de las que se habla en casa, en los bares, aunque no se tenga demasiada conciencia de lo que significan; sin miedo, sin pudor.
Reunidos los grillos, poníamos en común nuestras observaciones de la psique y el comportamiento humano, buscando la forma adecuada de llamar la atención de, lo que en su artículo Leopoldo Abadía llama, la “buena gente”. (“Reflexiones desde mi sofá”, entrada del 27 de Abril. El futuro y los padres)
Pero la “buena gente” esta muy ocupada en las grandes palabras e invierte demasiado tiempo en pensar, ordenar, resolver u opinar sobre la crisis, la política o la estructura piramidal de la sociedad y las relaciones laborales, en lugar de ocuparse de sus contradicciones, sesgos, trampas, justificaciones... En definitiva, de sus valores, de su conciencia o de su capacidad para emplear adecuadamente sus habilidades proporcionando beneficios a cuantos más; mejor.
Algunos humanos prefieren discutir sobre quien va a ganar  las próximas elecciones municipales en lugar de discutir sobre porqué pienso una cosa pero hago justo la contraria o porqué estoy justificando hoy lo que ayer me parecía injustificable, semilla en cerebros patológicos de invasiones y matanzas a gran escala.
Hay determinadas formas de pensar, de invertir en valores y/o de vivir, que los grillos, incluso los de las conciencias, no compartimos y que aunque entendemos porque conocemos los cerebros humanos; no podemos justificar. Y, sorpresa, estas  formas de pensar, de vivir o construir escalas de valores se dan en humanos cuyas necesidades básicas están más que cubiertas. “Buena gente” que no está en paro, gana bien, vive bien y está bien educada. Ya se sabe que el peligro está en la propia capacidad intelectual, cuanto más tengo y más soy; mas habilidad tengo para justificar las contradicciones.
Esas palabras tan grandes que ocupan grandes tiempos en los medios y en las conversaciones. Las conciencias de toda la buena gente que no quiere hablar, ni pensar, de su estupidez, sus contradicciones, sus justificaciones, sus errores, sus temores, sus emociones, sus mecanismos de defensa o sus barreras.
Sólo soy un grillo.