Los grillos no tenemos idea de las crisis económicas, ni de política, finanzas, empresas, ni de nada que suene tan importante cuando se habla o se escribe. Esas palabras grandes, muy grandes.
Algunos grillos nos alojamos en las conciencias sin preguntarnos por qué estamos ahí, pero sabiendo que es imposible resolver los grandes problemas de la humanidad si no se es capaz de entender primero y resolver después las contradicciones humanas, la psicopatología de andar por casa.
Nos reuníamos unos grillos de los que viven en estas conciencias, alarmados por la forma en la que los cerebros humanos desvían la atención hacia esas grandes palabras y descuidan el significado y su correspondiente correlato comportamental de palabras pequeñas, poco importantes, palabras que casi siempre se dicen sin pensar demasiado en ellas, de esas de las que se habla en casa, en los bares, aunque no se tenga demasiada conciencia de lo que significan; sin miedo, sin pudor.
Reunidos los grillos, poníamos en común nuestras observaciones de la psique y el comportamiento humano, buscando la forma adecuada de llamar la atención de, lo que en su artículo Leopoldo Abadía llama, la “buena gente”. (“Reflexiones desde mi sofá”, entrada del 27 de Abril. El futuro y los padres)
Reunidos los grillos, poníamos en común nuestras observaciones de la psique y el comportamiento humano, buscando la forma adecuada de llamar la atención de, lo que en su artículo Leopoldo Abadía llama, la “buena gente”. (“Reflexiones desde mi sofá”, entrada del 27 de Abril. El futuro y los padres)
Pero la “buena gente” esta muy ocupada en las grandes palabras e invierte demasiado tiempo en pensar, ordenar, resolver u opinar sobre la crisis, la política o la estructura piramidal de la sociedad y las relaciones laborales, en lugar de ocuparse de sus contradicciones, sesgos, trampas, justificaciones... En definitiva, de sus valores, de su conciencia o de su capacidad para emplear adecuadamente sus habilidades proporcionando beneficios a cuantos más; mejor.
Algunos humanos prefieren discutir sobre quien va a ganar las próximas elecciones municipales en lugar de discutir sobre porqué pienso una cosa pero hago justo la contraria o porqué estoy justificando hoy lo que ayer me parecía injustificable, semilla en cerebros patológicos de invasiones y matanzas a gran escala.
Hay determinadas formas de pensar, de invertir en valores y/o de vivir, que los grillos, incluso los de las conciencias, no compartimos y que aunque entendemos porque conocemos los cerebros humanos; no podemos justificar. Y, sorpresa, estas formas de pensar, de vivir o construir escalas de valores se dan en humanos cuyas necesidades básicas están más que cubiertas. “Buena gente” que no está en paro, gana bien, vive bien y está bien educada. Ya se sabe que el peligro está en la propia capacidad intelectual, cuanto más tengo y más soy; mas habilidad tengo para justificar las contradicciones.
Esas palabras tan grandes que ocupan grandes tiempos en los medios y en las conversaciones. Las conciencias de toda la buena gente que no quiere hablar, ni pensar, de su estupidez, sus contradicciones, sus justificaciones, sus errores, sus temores, sus emociones, sus mecanismos de defensa o sus barreras.
Sólo soy un grillo.
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