viernes, 28 de octubre de 2011

Ecología Emocional II

Continuación de la entrada Ecología Emocional (Terapias de tercera generación) y por petición popular. Los creadores de estas terapias hacen énfasis en las emociones. Para ellos, las emociones nos informan sobre nosotros mismos y deberían ayudarnos a tomar las decisiones adecuadas. Personalmente recomiendo no tomar nunca decisiones importantes “bajo efectos” de emociones intensas, positivas o negativas.
En una primera aproximación a esta terapia hay que entrenar en detectar la emoción y darle nombre, traducir la información y actuar en consecuencia, más o menos responder a las siguientes preguntas: ¿Cómo va nuestro proyecto de vida?
¿Cuál es la emoción que más a menudo sentimos? ¿Qué la provoca?

La cuestión es que parece que funcionamos con mapas mentales construidos con nuestra experiencia; tenemos zonas agradables: zonas que sabemos seguras y cómodas y que conocemos bien, donde sentimos que no corremos ningún riesgo, donde no necesitamos activar nuevas habilidades. Son zonas de rutina donde hay poco espacio para la sorpresa y el crecimiento
Y  también tenemos Puntos peligrosos o Prohibiciones donde ocurre justo lo contrario
Así, Dos acciones iguales tendrán efectos diferentes en función de las emociones que las haya movido.
Hay emociones movidas por fuentes de energía limpias o espacios a proteger
(Agradecimiento: Aprender a valorar lo que tenemos, Amistad,Confianza. Compasión.. Esperanza. Felicidad. Generosidad. Serenidad. Ternura.... Emociones positivas de toda la vida....) Y existen también Fuentes de energía contaminantes o espacios que destruyen (prisa, impaciencia, no prestar atención al presente, obligación, queja, posesión, victimismo, comodidad...)

Para una adecuada gestión de nuestras propias emociones, hay que seguir los Principios de gestión emocional:
1.- Autonomía personal:
Autonomía no significa individualismo. La persona autónoma está conectada con los otros pero sabe estar sola.
Este principio evita que ahoguemos a los demás con nuestras demandas constantes.
Es un principio preventivo de las actitudes pasivas y cómodas.
Hemos de aprender a dar los pasos necesarios para construirnos la vida sin nadie que venga a dirigirnos ni a salvarnos
2.- Prevención de dependencias:
No hagas por los otros aquello pueden hacer por sí mismos.
Sustituir a los demás es una falta de respeto. Ponemos en duda sus capacidades.
El hombre bueno debe parecerse al agua: es buena para todas las cosas y no perjudica a nadie. (Definición de inteligencia, por cierto)
Si no aplicamos este principio creamos personas sumisas y pasivas que esperan que alguien les resuelva la vida.
También nos encontramos con la persona que tiene la creencia de: “Soy imprescindible” y su vida se basa en ser necesaria.
Aprender a respetar el crecimiento y los tiempos de cada persona
3.- Reconocimiento de la individualidad y de la diferencia
Moralidad natural
No hagas a los otros aquello que quieres para ti. Respeto por la diferencia. TODOS SOMOS DIFERENTES.
Los otros no se rigen por nuestras normas y criterios.
Algo que es bueno para nosotros no tiene porque serlo para los demás.
Preguntemos antes de decidir por otro
Implica poner en práctica la empatía. Aprender a percibir que siente el otro
¿Me gusta que me agredan?
¿Me gusta que decidan por mí?
¿Me gusta que me mientan?
¿Me gusta que me falten al respeto?
¿Que me ignoren, que me griten, que me amenacen, que me quiten el protagonismo, que se adjudiquen mis méritos?
Auto aplicación previa
No podrás hacer ni dar a los otros aquello que no eres capaz de hacer, ni darte a ti mismo
¿Qué hago por mi mismo?
¿Qué hago por los que quiero? ¿Me cuido?
¿Me quiero a mi mismo?
4.- Limpieza relacional
Tenemos el deber de hacer limpieza de las relaciones que son ficticias, insanas y que no nos dejan crecer como personas.


Habrá más.........




martes, 18 de octubre de 2011

No hay mayor negocio que vender a gente desesperada un producto que asegura eliminar la desesperación

¿Existen las varitas mágicas para dar un giro a nuestra vida?
“Aunque la mayoría de las personas no van hacia ninguna parte, es un milagro encontrarse con una que reconozca estar perdida". José Ortega y Gasset (1883-1955) 
Desde que nacemos, la sociedad nos condiciona para convertirnos en empleados y consumidores, de manera que perpetuemos el funcionamiento económico del sistema. Tanto es así, que hemos sido adoctrinados para buscar nuestro bienestar fuera de nosotros mismos. Prueba de ello es que confundimos la verdadera felicidad con sucedáneos como el placer, la satisfacción o la euforia temporal que nos proporcionan el consumo de bienes materiales, los triunfos profesionales o el entretenimiento.
Frente a este escenario socioeconómico, la crisis existencial es casi inevitable. En esencia, consiste en reconocer que nuestra forma de pensar y de comprender la vida es limitada y errónea. Y en consecuencia, iniciar un proceso de cambio y evolución personal, buscando una nueva manera de relacionarnos con nosotros mismos y con nuestras circunstancias. Así es como aprendemos a seguir los dictados de nuestra conciencia y de nuestra intuición, desarrollando nuevas competencias emocionales que nos permitan obtener resultados de mayor satisfacción.

"No hay mayor negocio que vender a gente desesperada un producto que asegura eliminar la desesperación" (Aldous Huxley)
A lo largo de la última década se ha multiplicado exponencialmente el número de personas interesadas en conocerse mejor y potenciar su inteligencia emocional. Y como consecuencia directa ha emergido con fuerza el sector de la autoayuda. Debido al malestar generalizado, no solo se ha puesto de moda, sino que se ha consolidado como un negocio muy lucrativo. Cada vez hay más espacios en los medios de comunicación orientados a dar cobertura a estas nuevas necesidades y motivaciones emergentes. Y en las librerías comerciales, esta sección ya ocupa una parte significativa. De hecho, están aflorando "expertos" en el tema por todas partes. Hoy en día, todo el mundo conoce lo que es el coaching, aunque muy pocos saben exactamente para qué sirve.
Pero, ¿qué es la autoayuda?
Más allá de la opinión que tengamos al respecto, la autoayuda es un movimiento cargado de buenas intenciones. Sin embargo, alberga una contradicción en sí misma. 'Autoayuda' quiere decir 'ayudarse a uno mismo'. Si bien los demás pueden escucharnos, apoyarnos y compartir con nosotros lo que han aprendido de sí mismos, en la auto-ayuda nadie más puede resolver nuestros problemas y conflictos existenciales. Cada uno de nosotros está llamado a recorrer su propio camino.
En vez de dar consejos y recetas sobre la manera en la que otros deberían vivir sus vidas, es mucho más útil y eficiente hacer preguntas y compartir reflexiones que nos permitan crecer en comprensión.

"Ten mucho cuidado de aquellos que te vendan sus propias creencias, pues están obstaculizando tu propio descubrimiento de la vida" (Anthony de Mello)

El triunfo de la autoayuda tiene mucho que ver con la pérdida progresiva de credibilidad que están padeciendo las instituciones religiosas. De hecho, algunos sociólogos afirman que la autoayuda está en camino de convertirse en la gran religión del siglo XXI. Lo cierto es que ambas comparten una serie de paralelismos, entre los que destaca el paternalismo. En general, queremos que alguien o algo resuelvan nuestros problemas y conflictos. Por eso solemos aferrarnos a personas o instituciones que nos ofrezcan consuelo y nos garanticen seguridad.
De entre las personas que buscan asesoramiento para mejorar cualquier ámbito de su vida -ya sea a través de libros, cursos o consultas privadas-, muchos buscan un parche con el que aliviar su malestar a corto plazo. Fruto de la desesperación, anhelan dar con una fórmula mágica que erradique definitivamente su sufrimiento. Muy pocos estamos dispuestos a cuestionarnos a nosotros mismos, asumiendo que somos co-creadores y co-responsables no solo de nuestro estado de ánimo, sino también de nuestras circunstancias actuales. Tanto es así, que en la jerga del crecimiento personal empieza a hablarse acerca de los "cursillistas". Es decir, individuos que empalman un curso tras otro, del mismo modo que devoran decenas de libros de autoayuda sin apenas dedicar tiempo para digerir, procesar y -lo más importante- poner en práctica dicha información.
Si verdaderamente estamos motivados para cultivar el arte de la felicidad, la acumulación de conocimiento puede llegar a ser un obstáculo. Más que eruditos, lo esencial es que aprendamos a ser sabios. Y la sabiduría podría definirse como la capacidad de obtener resultados de satisfacción de forma voluntaria, lo cual es una cuestión de compromiso y entrenamiento. Y es que sabe más acerca del perdón quien ha perdonado una vez a alguien, que quien ha leído libros y hecho cursos sobre "aprender a perdonar" y todavía no ha perdonado.
Aunque se suelan meter en el saco de la autoayuda, existen muchas corrientes de pensamiento que promueven una verdadera curación a medio plazo. El denominador común de todas ellas es el auto-conocimiento, un proceso que nos permite descubrir cómo funcionamos y qué necesitamos para ser felices. De hecho, la comprensión y sabiduría ya se encuentran en nuestro interior. “Tan solo hemos de eliminar las capas de condicionamiento que nos separan de ellas” (como si esto fuera fácil....). Eso sí, el primer paso suele ser el más difícil, pues consiste en vencer el miedo a conocernos.

Hablar acerca de la felicidad y del sentido de la vida suele encender nuestras alarmas y ponernos a la defensiva. Y no es para menos. Hay tantos caminos para encontrar lo que estamos buscando como seres humanos existen en el planeta. Pero, dado que todos compartimos una misma naturaleza humana, existen ciertas claves que pueden facilitarnos dicha senda.

-'La libertad primera y última', de Jiddu Krishnamurti (Kairós). Este ensayo sostiene que los cambios que se producen en la realidad externa son siempre una consecuencia de nuestra transformación interna. De ahí que no tenga sentido luchar y entrar en conflicto contra el mundo, pues este no es más que una proyección de cómo pensamos y nos comportamos la mayoría de nosotros.
-'Free little birds', de Bob Marley se basa en el proverbio chino: "Si tiene solución, para qué preocuparse; y si no la tiene, para qué preocuparse". Eso sí, por más que nos reconforte escucharlo, el reto consiste en ponerlo en práctica.

Extracto del artículo de El Pais semanal, del 16 de Octubre del 2011

sábado, 1 de octubre de 2011

Sexo sin afecto es lo que tengo con mi vibrador.

Andaba tonteando leyendo entre otros el Blog de La cama de Pandora y recordé ciertas conversaciones que durante el verano había mantenido con amigas y amigos respecto a lo que queremos decir cuando hablamos de una relación de sexo sin compromiso. Fórmula que parece va siendo la mayoritariamente aceptada por adultos que ya han padecido varias relaciones estables y altamente comprometidas.
Y estando de acuerdo con Pandora, me reafirmaba en mis opiniones respecto a lo que es tener una relación de "amigos con derecho a roce".

Por ejemplo, algunas personas, creen que sexo sin compromiso significa inexorablemente sin afecto. Error fatal. Bien es verdad que manejarse adecuadamente en el afecto y lo emocional es complicado, tanto que algunos/as prefieren directamente no meterse en esos charcos, pero para tener un orgasmo puro y duro no me hace falta quedar con nadie. Sexo sin afecto es lo que tengo con mi vibrador.

Confundir ser afectuoso/a con estar enamorado/a y desear un compromiso, es otro error fatal que lleva la relación al fracaso. Hacer planes, llamar por teléfono para charlar un rato, abrazarse, étc no es diferente de echar uno rápido en el probador del Corte Inglés. En absoluto hay que traducir gestos afectuosos a ideas tales como "Quiero pasar Noche Buena con tu familia".

Hablar sobre sentimientos y dejar los nuestros claros no significa congelarlos. Las emociones evolucionan, cambian, a veces se hacen más profundas e intensas, a veces justo lo contrario. Es ridículo pensar que siempre se va a sentir lo mismo y otro error fatal prometerse que así va a ser mientras dure la relación.
Hacerle prometer a alguien que sus sentimientos no cambiarán en absoluto es una soberana estupidez. Y es que, entre el polvo sin afecto y formar una familia, hay más modelos de relación que de edredones en Ikea.

Ser amigo con derecho a roce no ha de suponer perder el significado de la palabra amigo/a. De pronto el roce lo ocupa todo. La pulsión sexual es poderosa, muy poderosa y solo se queda para follar, solo se habla de sexo y solo se sienten orgasmos... ¿Y mi amigo/a?
Por norma general, solemos acostarnos con gente que nos gusta y con la que es un placer mutuo compartir una charla, una copa de vino, un cine o incluso un paseo, además de un polvo.

Eso sí, la amistad excluye la posibilidad primero, de exclusividad. Se pueden tener tantos "folloamigos", como se quiera. Lo recomendable siempre es más de uno. Y en segundo lugar, excluye también el escabroso asunto de indagar sobre las costumbres y gustos sexuales del otro fuera de los límites de la cama. Estas dos últimas posibilidades, cuestión de elegancia. Ni se pregunta ni por supuesto, se menciona ni se cuenta.